periodismo

Acabo de volver a leer un libro que me prestaron. Está escrito por Joseba Sarrionandia, sí, el protagonista de la canción Sarri Sarri de Kortatuy se titula «No soy de aquí» («Ni ez naiz hemengoa»). Se compone de una serie de apuntes, reflexiones y artículos; hay uno que me maravilla, se titula “periodismo”, y lo transcribo textualmente:

Napoleón Bonaparte estuvo recluído en la isla de Elba desde que abdicó en Fontainebleau en abril de 1814 hasta que en la primavera de 1815 reunió a su ejército y decidió volver a París.

periódico francés Moniteur Universel, que contó la fuga de Napoleón Bonaparte y pasó de odiarlo a amargo a medida que se acercaba a Francia

Los titulares del diario Moniteur Universel a lo largo de todo aquel mes de marzo son realmente asombrosos, pues ofrecen un testimonio sin par del avance del ex-emperador:

9 de marzo: «El monstruo ha escapado de su destierro».

10 de marzo: «El ogro corso ha desembarcado en Cape Jean».

11 de marzo: «El tigre ha aparecido en la zona de Gap. Hacia allí se dirigen los ejércitos para frenar su avance. Su miserable aventura finalizará, como las de los delincuentes, en las montañas».

12 de marzo: «El monstruo ha llegado hasta la ciudad de Grenoble».

13 de marzo: «El tirano está ahora en la zona de Grenoble y Lyon. Todo el mundo está aterrado desde que él apareció».

18 de marzo: «El usurpador ha osado acercarse hasta un punto situado a sesenta horas de marcha de la capital».

19 de marzo: «Bonaparte se acerca con paso veloz, pero le es imposible entrar en París».

20 de marzo: «Napoleón llegará mañana a las murallas de París».

21 de marzo: «El emperador Napoleón está en Fontainebleau».

22 de marzo: «Ayer por la tarde su Majestad el Emperador hizo su entrada pública en las Tullerías. Nada puede superar este regocijo universal».

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Exigimos seguridad (y apariciones marianas)

Veo un avión estrellado, unos pilotos cuyos cadáveres quizá aún no hayan sido identificados, y gente clamando, exigiendo, atemorizada, aterrada ante algo que quizá, era sólo una mala jugada del destino; algo que tenía que pasar porque de lo contrario la estadística sería tán útil y fiable como el horóscopo del periódico.

Gente indignada porque un avión que sufrió una avería ya reparada no debía haber intentado despegar. En un avión revisado infinitas veces por personal altamente cualificado, supervisado por unos pilotos experimentados y a los que no les apetecía morir ese día, ni el siguiente, ni ninguno dentro de un avión.

Personas que cancelan sus inminentes vuelos al conocer la desgracia. Conversaciones de peluquería donde se despotrica contra todo y todos. «Menuda vergüenza de protocolos de seguridad». «Es que esto se veía venir y les da igual que haya muerto tanta gente».

Y no puedo evitar preguntarme cuántos de ellos han cogido alguna vez el coche con unas copas de más; cuántos de los que cancelaron su vuelo por miedo deberían haber llevado su vehículo hace meses a pasar la inspección y cuántos pisan a fondo el acelerador sin hacerse tantas pajas mentales.

¡Todo el mundo quiere salir por la tele!

Reportero de Televisión – Hola, ¿cómo está? ¿Me permite hacerle unas preguntas?

Ciudadano – No, lo siento, éste es un momento privado.

RT – ¿Puede decirme cómo está?

C – ¿Nos deja tranquilos, por favor?

RT – Entiendo su situación, sólo nos gustaría saber…

C – Que no quiero salir por la tele, ¿no lo entiendes?

Y la verdad es que no lo entienden. Dan tan por sentado que todo el mundo quiere salir por televisión, que día a día se suceden intentos de entrevista como éste.

¿Cómo va uno a negarse a salir en la tele? ¿Cómo se atreve? ¿Quién se habrá creído? Si además es un don nadie que no sería noticia si no fuera porque su hija yace calcinada entre los restos del fuselaje de un avión recién estrellado.